sábado, abril 22, 2006

22 de abril. Tarde de gloria en la Maestranza de Sevilla: dos orejas tras aviso y ovación con saludos

Sábado 22 de abril. Feria de abril, La Maestranza de Sevilla. Lleno. Tres toros de Jandilla (1º, 3º y 5º), dos de Zalduendo (2º y 6º), y un sobrero de La Dehesilla (4º). César Rincón, silencio y silencio; Sebastián Castella, dos orejas tras aviso y ovación con saludos, y José María Manzanares, silencio y una oreja.
Juan Posada comenta: "Sebastián Castella, que ya había hecho un quite muy ceñido en el primer toro por chicuelinas, recibió al segundo con lances con las manos muy bajas y buen gusto. Destacó en un quite por tafalleras, muy firme, que remató con un revolera. En el centro del ruedo, se lo pasó tres veces por la espalda y ligó naturales y de pecho, todo en el mismo envite: se ganó al personal. Tranquilo y con el engaño en el sitio, desarrolló una labor por ambas manos, templada, bien rematada y con su «mijita» de pimienta. Tras la estocada, el toro se resistió y se fue paso a paso a morir al centro del ruedo mientras lo ovacionaban con intensidad. Castella, con el quinto, que había salido en primer lugar por equivocación de los torileros y hubo de devolverlo con ayuda de los cabestros, aguantó las tendencias naturales del animal al salir al ruedo por segunda vez. El toro buscó el portón de salida durante toda la lidia, por lo que tuvo que sujetarlo en numerosas ocasiones. Castella así lo entendió y lo mantuvo el máximo tiempo en el centro del ruedo aunque, cuando lo había sometido por el pitón derecho, la res, dolida, miraba a las tablas como su salvación. El torero francés, muy firme, no le dio tregua hasta que el toro finalizó en huida descarada hacia su querencia. El diestro, ambicioso y con ganas de cortar esa oreja que significaba la Puerta del Príncipe, no cejó en el empeño, tampoco el toro en el suyo: pegarse a la madera sin querer salir de ella. Y allí, en la puerta de chiqueros, acabó todo."